No es extraño que a partir que
llega el buen tiempo, la tendencia es ponerse a dieta para lucir tipo en
verano. Y es el momento perfecto para que las revistas y libros se hagan eco a
través de artículos sobre perder peso, y casi siempre destinados a mujeres. Es
conveniente resaltar que existe una inmensa cantidad de mitos alimentarios en
cuanto a esta temática que generan confusión a la población. A través de esta
entrada, quiero demostraros que es posible cuidarse sin recurrir a productos
milagro y que no supongan un gran sacrificio. En primer lugar, mencionaré
algunos aspectos que he observado durante la lectura de esta tipología de
escritos. En segundo lugar, los principales errores que se cometen acompañados
de unos consejos saludables. Y por último, una reflexión final. ¿Preparados?
Primero de todo, me considero una
gran apasionada de la alimentación y la cocina. Me encanta probar alimentos
nuevos, experimentar en la cocina y disfruto comiendo. Eso sí, procuro que sea
lo más sano posible. Soy una persona a la que no le interesa lo más mínimo el
mundo de la prensa rosa. Así que en la peluquería mi costumbre es ojear las
revistas dónde se haga alusión a la dietética o aparezcan recetas de cocina.
También sigo a una gran diversidad de blogs que ya conocéis si me seguís
habitualmente. ¿Y por qué os explico todo esto? El motivo es que la última vez
que fui cayó en mis manos la Body Love de Cosmopolitan y me sorprendió. Hacían
referencia a un estilo de vida saludable mediante la práctica de ejercicio y
dieta. Otra que acostumbran a tener es la Clara. Había escritos titulados: 50 consejos para perder peso, pierde peso a
la hora de comer, el monográfico
muévete menos y quema más y para rematar
controla tus impulsos. Empiezo a
leer y parecen coherentes hasta que llego al último que os he mencionado.
Trataba sobre el acto de comer. Aunque no lo parezca, es muy complejo.
Intervienen varios factores como las costumbres, el metabolismo, los gustos, el
cerebro, el sistema digestivo y el ejercicio. No eran más que unas pautas que
trataban sobre la relación de la comida y nuestro órgano de la cabeza. Empezaba
por ser conscientes de lo que comemos, en qué cantidad y el tiempo que le
dedicamos, evitar la unión con los sentimientos y el hecho de zampar sin motivo
alguno. En medio de de todo este entresijo y en referencia a la dosis de
alimentos, pone: “Además, está más que
demostrado que comemos menos de los paquetes pequeños que de los grandes”.
Lógico, ¿verdad? Pues, preparaos porque menudo ejemplo se le ha ocurrido. Os
pongo una foto.
No sé vosotros, pero a mí me da
por pensar si no había mejor opción. Indirectamente, te incitan a comer patatas
de bolsa a diario. Claro, como es más pequeña no pasa nada. Como nutricionista
que soy, este producto debe consumirse ocasionalmente por el alto contenido en
sal y grasas trans que contienen. Y sin importar el tamaño. La recomendación es
la misma, por mucho que incluya los términos natural o con aceite de oliva. Mensajes
similares hay muchos y es cuando los ves que te preguntas quién lo ha escrito.
Mayoritariamente, ni se menciona. No es habitual que intervenga un dietista o
nutricionista. Por este motivo, se escriben barbaridades como esa y los fieles
seguidores se lo creen.
A continuación, nos centraremos
en la pérdida de peso que es el tema más común. Vamos a adentrarnos en los
fallos. Está claro que el objetivo es quitarnos esos kilitos de más y no
recuperarlos. Y si es rápidamente, aún mejor. La solución siempre es hacer la
dieta milagro de moda o comer solo ensaladas y carne(o pescado) a la plancha o
cenar solo fruta y/o un yogur junto a un bol de cereales integrales o dejar de
tomar hidratos de carbono. Es posible que lo consigamos, aunque a corto plazo
porque apenas se consumen calorías pero nos aburriremos al ser muy monótono. A
largo plazo, lo que sucede es que al volver a nuestros hábitos anteriores
recuperamos todo o incluso más. Si queréis más información sobre esta cuestión,
echadle un vistazo a este artículo de La
vanguardia. Llegados a este punto, mi intención es plantearos la posibilidad
de comer saludablemente, en la que se incluyan varios grupos de alimentos y
técnicas de cocción y que os permita manteneros con un tipazo de por vida.
Y ahora vamos con los tips
saludables. Ya veréis como vuestra manera de ver a los planes de adelgazamiento
cambia. Os daréis cuenta que no merece la pena tanto sacrificio.
Antes de ir desgranándolos uno a
uno, una regla de oro y que nunca falla
es que la comida sea vistosa, atractiva y que incluya un mínimo de 3 colores.
Os recuerdo que no solo importa la cantidad, sino también la calidad.
- La base del plato siempre han de ser los vegetales, es decir, las verduras y hortalizas. Hay vida más allá de la lechuga. Cuanto más coloridas mejor. Os resultará más atractivo. Desde unas berenjenas, zanahorias, calabacines, calabazas, brócoli y el resto de las crucíferas, pimientos (rojos, amarillos y verdes) y muchísimos más.
- La recomendación es acompañarlos con hidratos de carbono complejos. La condición óptima es que sean integrales, que no ricos en fibra (nos lo aclara Lucía Martínez en este post). Y no solo me refiero al arroz y la pasta. También se incluye la quinoa, la sémola, el mijo, el trigo sarraceno, la espelta, la avena, entre otros. Y no nos olvidemos de la patata. La cantidad es lo que equivale a 4 puñados en crudo o 1 patata mediana. Dependerá también si practicamos deporte o no.
- El segundo plato está compuesto por una fuente proteica, ya sea de origen animal o vegetal. La clave es priorizar el consumo de carne blanca como el pollo, el pavo o el conejo; de pescado, los huevos y las legumbres. Y ocasionalmente, incluir la carne roja y los derivados cárnicos ya que ambos son ricos en grasas saturadas. Y destacar la adición de sal en embutidos, patés y galantinas.
- Los lácteos que acostumbran a consumirse son desnatados por la grasa que contienen pero en realidad, no está justificado. Puedes beberte perfectamente un vaso de leche entera o semidesnatada o comprarte unos yogures naturales (si os fijáis en las etiquetas los desnatados tienen demasiado azúcar. Igual que los de sabores, con mermeladas o postres lácteos). En cuanto al queso, mi recomendación es que sea tierno o fresco. El resto es mejor tomarlos con moderación por el contenido de sal y el contenido superior de grasa respecto a la leche (aprox. 20-30g vs 4,5g por 100g).
- Los frutos secos son el alimento más perjudicado hablando de reducir el peso. Sí que es cierto que son altamente calóricos y se caracterizan por su alto contenido en grasas pero de las buenas. También son ricos en fibra, que enlentece la absorción de los hidratos que aportan. Además, la evidencia indica que tomar frutos secos de forma habitual se relaciona con índices de masa corporal menores y menor riesgo de hipercolesterolemia. Así que no hay motivo para excluirlos.
- La fruta debe estar presente a diario. Son una buena fuente de fibra, sobre todo si son con piel y crudas, fructosa, vitaminas y minerales. Lo ideal es incluir un mínimo de 2-3 piezas.
- Las especias y las hierbas aromáticas proporcionarán sabor, color y alegría al plato. La ventaja es que son acalóricos. Se pueden acompañar con aceite de oliva y/o vinagre.
- La bebida fundamental es el agua. El alcohol, los refrescos y los zumos no son más que calorías vacías plagadas de azúcar que incrementarán el riesgo de padecer obesidad, cáncer o hipertensión.
- Las cocciones que se pueden utilizar son diversas. No hay que limitarse al uso exclusivo de la plancha. Disponemos del hervido, el salteado, el wok, el papillote, el horno, el vapor y los guisos de verduras.
Y por último, agradezco a Belén
(@quimidicesnews) por su aportación, poniéndole título a esta publicación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario