¿Os gusta viajar? Para la gran
mayoría, la respuesta es afirmativa. Es la manera que tenemos de relajarnos,
olvidarnos de todo y conocer sitios nuevos. Además, nos permite explorar,
impregnarnos de la cultura y probar platos típicos. Vamos, un placer en toda
regla.
Y si no tenéis miedo al avión,
seguro que estáis acostumbrados a recorrer miles de kilómetros en vuelos de 8-9
horas. Si es así, sabréis que el precio del billete incluye barra libre de
comida y bebida. Bien, la intención es contaros la experiencia al ir hasta
Nueva York en torno a los alimentos que servían.
¡A desayunar!
Son las 7 de la mañana y tras el
ayuno nocturno, el hambre empieza a manifestarse. Así que las azafatas
reparten, sin preguntar, una caja de cartón cerrada. No puedes elegir, da igual
que seas vegetariano o no te guste lo que haya dentro. Es lo que hay. La
abrimos y encontramos 3 botecitos, 2 alimentos envasados y los cubiertos con su
servilleta. Ah, y un caramelo de menta.
La verdad que cuando lees lo que
contiene cada envase, no te sorprende. Siempre nos han dicho que la primera
comida del día debe estar formada por algo de fruta, un lácteo e hidratos de
carbono. Por lo que había un zumo de naranja de marca conocida, un yogur griego
0% sabor vainilla, una lonchita de queso, un bollito de pan y una especie de
crema untable de queso con sabor naranja. Así que más sano no podría ser, es lo
que ha dicho la industria en repetidas ocasiones. De todas maneras,
analicémoslo.
Comencemos por la fruta. La mejor
opción es que sea fresca y entera. No solo tiene la fibra que ralentiza la
absorción de la fructosa, también las vitaminas y minerales. Así que dejad de
insistir en que es lo mismo que un vaso de zumo.
A continuación, un yogur.
Desnatado, ¿por qué? Y para rematar con aroma de vainilla. No es que sea muy
fan pero prefiero que sean naturales. Y queso para los huesos, como no comemos
suficiente calcio. Pues, doble ración. Y qué decir del panecillo. Era de esos
tipo brioche con el sabor dulce constante. Que se impregna en la boca y además,
de esos que has de masticar un buen rato.
Llega la hora de comer
En esta ocasión puedes elegir
entre pasta o pollo. En ese momento me apetecía comerme la pasta. Eran 3-4
raviolis grandes con un par de ramilletes de brócoli y unos cherries bañados en
crema de leche. Lo único que estaba un poco pasado de cocción. Yo lo prefiero
más al dente. Otro bollito de pan, ésta vez alargado y la loncha de queso más
unos crackers.
También había una ensalada a base
de lechuga, unas rodajas de tomate y unos dados de queso fresco. La verdad que
mucho no se mataron. Y de postres, ¿una fruta? Va a ser que no. Una mousse de
chocolate. Con azúcar para que nuestro cerebro siguiera funcionando y las
células estuviesen bien nutridas. Era lo fácil, de comer y de mantener en la
nevera sin estropearse fácilmente. Al menos el resto era más saludable.
Y por último, la cena
Algo similar a la comida. ¿Pasta
o pollo? En este caso era una lasaña. Yo me decanté por el pollo. Iba
acompañado de un puré verde, unas bolitas de patata y una salsa. Y estaba
riquísimo.
El resto eran un par de ensaladas
con lechugas. Una llevaba gambas y una rodaja de limón y la otra, 2 rodajas de
pepino y un gajo de tomate. No nos olvidemos de la salsa cesar, que si no
estaba seco. Lo de los sobrecitos de aceite como que no. Y de nuevo el bollo,
los crackers, el queso y un poco de mantequilla.
Y el postre os lo podéis
imaginar: un brownie de chocolate. Al parecer, es un capricho que te puedes
permitir tras unas verduritas, algo de proteína e hidratos. Como que queda
compensado, ¿verdad? Y ya no te sientes tan culpable. No va así la cosa.
Un apunte final
Puedo entender que al ser un
vuelo internacional pusieran mantequilla en lugar de aceite. Aunque creo que
hubiese sido mejor opción poner unos sobrecitos de oro líquido al menos para
aliñar la ensalada.
Con el desayuno parece que se ha
asumido el tipo de alimentos que ha de llevar. Puede que el brick de zumo pese
menos, sea fácil de transportar, de conservar incluso que quepa en la caja.
Pero creo que venden unas bolsitas con manzanas listas para consumir que pueden
ser una mejor opción. El yogur podría haber sido entero sin problemas. Tanta
demonización por las grasas que al final el consumidor ha acabado por
aceptarlo.
Y para mí, lo de la crema untable
sobraba pero es cuestión de gustos. Supongo que era por sustituir a la
mermelada.
Y cuanto al postre, hubiese sido mejor una
fruta, un yogur o no poner nada. Se puede tirar de las que venden envasadas y
cortadas a un precio económico. Y además se conservan bien en frío. Siempre va
a ser mejor que poner un bizcochito o postre lácteo o chocolateado.
Y para terminar, no estaría mal
que se consultara antes a algún nutricionista o tecnólogo alimentario para
ofrecer calidad y a un coste más barato. Y si acaso, formar a las azafatas o
ayudantes de vuelo sobre alimentación sana y enseñarles cómo mantener en buen
estado la comida que ofrecen.
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