El día a día de los dietistas y
nutricionistas, sobre todo los que nos dedicamos a ver pacientes es educar
nutricionalmente, igual que los que realizan charlas. Explicamos en qué
consiste comer bien, resolvemos las dudas que tenga la persona y les entregamos
un menú con recomendaciones. Bien, resulta que hay preguntas acerca de determinados alimentos que aparecen SIEMPRE. Y
este es el tema del cual quiero hablaros.
Primero de todo, hay una idea preconcebida que es que vamos a
darles una dieta estricta a base de verduras (crudas o cocidas) y carne o
pescado a la plancha junto a un listado repleto de alimentos prohibidos. Esos
como los hidratos, los frutos secos, el consumo limitado de huevo, el plátano y
los lácteos enteros Vamos a ir explicando las verdades uno por uno pero antes
me gustaría reflexionar sobre los motivos por los cuales la comida es la
responsable del aumento de peso.
Las enfermedades suelen aparecer
tras varios años de tener un patrón de vida insano. Esto quiere decir que se
produce por causas multifactoriales.
Se ha hablado mucho de la importancia de la genética cuando en realidad tan
sólo es responsable de un 2-3%. Y aquí me gustaría destacar una frase de José
María Ordovás en que la compara con una pistola cargada, cosa que si no
aprietas el gatillo no se producirá efecto alguno. Por lo tanto, el control de
otros factores será el determinante para que se manifiesten unos genes
concretos. El resto son los hábitos de vida como la alimentación, el tabaco, la
actividad física, el estrés, el ambiente etc. Vamos que todo suma. Entonces, ¿por qué suele culparse únicamente a la
dieta? Intuyo que es algo que controlamos mediante decisiones personales.
Pero no es del todo cierto si no que la gran oferta de alimentos de la que
disponemos junto a las campañas de márqueting de la industria también nos
influyen. Además, investigaciones nada recientes se quedaron grabadas en la
mente por el revuelo que debió generarse en los medios al salir a la luz. Y
precisamente no debieron ser favorables, repercutiendo en los hábitos de
consumo de la población. Y más si no disponen de los conocimientos suficientes.
Por eso, quiero desmentirlos y explicarlo detalladamente.
Los principales protagonistas son
los hidratos de carbono. Que si para
adelgazar no son buenos, está prohibido consumirlos por la noche y olvídate si
eres diabético por qué alterarán los niveles de azúcar en sangre. Se
clasifican por su grado de absorción: rápidos y lentos. Por un lado, los
primeros podemos encontrarlos en el azúcar que añadimos al café e infusiones, los pasteles, los caramelos, la
mermelada, la bollería, los zumos, las golosinas y los chicles. También
podríamos incluir la fruta, aunque al contener fibra el aumento de la glucemia
se ralentiza. Por tanto, es mejor comerla entera y sin importar si eres
diabético. Lo remarco ya que ciertos sanitarios abogan por retirar las uvas,
las ciruelas y alguna más. El único caso en que debes evitarla es si padeces
una intolerancia a la fructosa, que puede ser genética o malabsortiva. Por otro
lado, tenemos los que hay en el pan, el arroz, la pasta, la patata, la quinoa,
el trigo sarraceno, etc. Al comprarlos, podemos elegir entre 2 versiones:
refinados e integrales. ¿Cuál dirías que es más sano? Obviamente, los
integrales por la fibra pero que no te engañen ni te confundas con las
estratagemas marquetinianas en las que añaden salvado y listo. Si queréis más
información, escuchad a Aitor Sánchez en
Tips.
Otra frase típica que solemos
escuchar que los frutos secos son muy
calóricos y si quieres adelgazar, los tienes que evitar. ¿Estáis seguros que es
así? Las últimas investigaciones indican que no tienen efecto en la
ganancia de peso y que además, son claves para reducir el colesterol. Así que
no tienes por qué temerlos pero es aconsejable que optes por los naturales o
tostados y sin sal añadida.
¿Qué me decís del huevo? Es que tiene colesterol y sólo está
permitido comerlo máximo 1 o 2 veces por semana. Y se te ocurre tomarte una
tortilla solo de claras por qué sabes que el colesterol se encuentra en la
yema. Y claro, la analítica me sale alterada. Y aquí es cuando os preguntamos
por la ingesta diaria y resulta que meriendas un par de madalenas o 1 croissant
o que les has llevado a tus hijos unas galletas de chocolate y te has comido
las que han sobrado. O que por la mañana, vas al bar y te pides un bocadillo de
fuet o chorizo. Y súmale no haces ejercicio por pereza o que te cansas. Y
resulta que es el huevo el que sube el colesterol. Claro que sí!!! La verdad
que no influye para nada. La clara contiene lecitina para que el colesterol no
se absorba totalmente. Lo que se ha visto también es que los culpables que el
riesgo cardiovascular sea mayor son las grasas trans y saturadas de mala
calidad que hay en embutidos y bollería. Y para profundizar todavía más echaros
unas risas con este artículo de Mi dieta cojea.
Luego está el plátano como fruta
perversa que lleva mucho azúcar y si lo comes, se te acumula en las cartucheras
y en la barriga. Pues no, es una fruta muy sana. Y si es por la energía que
aportan, tan sólo pesa 100g por lo que aporta aproximadamente lo mismo que una
manzana y eso que el tamaño es mayor.
Por último, los que se llevan la palma
son la leche entera y el yogur natural de toda la vida. Y ahí es donde la
industria ha influido notablemente. Ha decidido que el color de los bricks sea
rosa y que el anuncio lo protagonicen mujeres ya que parece ser que somos las
únicas a las que nos preocupa la salud. Os equivocáis, hay hombres que les
gusta cuidarse y en consulta se ve. Si hablamos de la leche, es más saciante y
contiene más vitaminas A, D y E si es entera. El resto de ingredientes
prácticamente es igual respecto a la desnatada como podéis leer en Vitónica. Y si nos paramos a mirar los
yogures, los desnatados son más perjudiciales ya que acostumbran a sustituir
las grasas por azúcar convirtiéndolos en postres lácteos. Así que comprobad que
contienen aproximadamente 4,5-4,6g de azúcar por 100g de producto ya que
proviene de la lactosa. Si lo supera es que se trata de un postre lácteo y por
tanto, no es saludable.
En conclusión, los dietistas y
nutricionistas estamos para ayudaros a tomar mejores decisiones y enseñaros a
comer bien que no es más que priorizar los productos frescos y de temporada y
nada de procesados.
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