
En cuanto al riesgo cardiovascular, reduce los niveles de colesterol total, de LDL (colesterol malo) y TG y a su vez, aumenta los valores de HDL (colesterol bueno). La reducción del LDL es del 3-5%, lo que representa una reducción del riesgo cardiovascular del 10-15%. Hay que tener en cuenta que los resultados son mayores en personas con niveles de colesterol elevado. También, se produce una mejora de los niveles de glucosa en sangre y la resistencia a la insulina en personas diagnosticadas de diabetes tipo 2, incluso en posmenopausia. Además, tiene lugar una mejora de la presión arterial en hipertensos.
Otra ventaja que posee es que es apta para personas, mayoritariamente niños, que han sido diagnosticados de alergia a la proteína de leche de vaca, de intolerancia a la lactosa o galactosemia (enfermedad genética del organismo que no puede digerir la galactosa) pero teniendo en cuenta que no puede introducirse en los niños hasta los 6 meses de edad.
Finalmente, se han publicado estudios sobre el uso de la soja en personas con sobrepeso u obesas. Los resultados indican que tiene la capacidad de prevenir y reducir la acumulación de grasa abdominal y ayuda en la pérdida de peso ya que personas que realizaron una dieta hipocalórica e incluyeron la soja en la dieta, tenían un IMC menor.
En conclusión, el uso de la soja es ideal para reducir los síntomas de la menopausia, mejorar el perfil lipídico en persona con el colesterol elevado, reducir el riesgo cardiovascular y en el tratamiento de alergia e intolerancias a los lácteos y en la obesidad.
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